Comer con atención: lo que eliges, te elige

Cada vez que comemos, hacemos una elección. No siempre es consciente, pero cada decisión alimentaria es un mensaje que le damos al cuerpo: “te cuido”, “te descuido” o “no me importa”. Comer con atención no significa vivir obsesionado con lo que está permitido o no. Significa escuchar al cuerpo, reconocer cómo nos sentimos después de ciertos alimentos, identificar el hambre real de la emocional y hacer pausas.
El acto de comer debería ser un momento de conexión, no de castigo. Comer rápido, de pie, frente a la pantalla, sin respirar, desconecta. Masticar lento, oler la comida, disfrutar los sabores y agradecer lo que llega al plato reconecta. Y en esa reconexión muchas veces aparece la posibilidad de sanar.
No es dieta, es estilo de vida
Uno de los grandes errores es pensar que comer bien es hacer “una dieta”. Las dietas suelen estar asociadas a metas de corto plazo, muchas veces estéticas, y con frecuencia basadas en la restricción o el castigo. Pero el cuerpo no necesita prohibiciones. Necesita constancia, equilibrio y sentido común.
Una alimentación saludable y sostenible no excluye totalmente ningún grupo de alimentos. Se basa en lo natural, lo cercano, lo real. Frutas, verduras, legumbres, cereales integrales, semillas, proteínas limpias, agua pura. Combinaciones simples que el cuerpo reconoce y agradece.
Cada cuerpo es distinto, y por eso la alimentación también debe serlo. Lo que sirve a uno no necesariamente sirve a otro. Por eso, más que seguir modas, hay que observar el propio cuerpo: ¿cómo me siento cuando como esto? ¿qué me da energía? ¿qué me inflama? ¿qué me da paz?
Cuidarse también es darse gusto… con equilibrio
Cuidarse no significa vivir con culpa o decirle que no a todo. También hay espacio para el chocolate, el pan casero, el antojo ocasional. El problema no es una rebanada de pastel, sino cuando esa rebanada se convierte en forma de vida. Comer también es placer, cultura, afecto. Pero cuando usamos la comida para tapar emociones, llenar vacíos o castigarnos, deja de ser disfrute y se convierte en síntoma.
Cuidar la alimentación es una forma de amor propio. Es elegir con qué quiero construir mi cuerpo hoy y hacia el futuro. Es entender que cada comida es una oportunidad para nutrirme, para sanar, para honrar mi salud.
Reflexión final: lo que alimentas, te construye
Podemos pensar que la alimentación es solo una decisión personal. Pero en realidad, es también un acto colectivo y político. Lo que comemos tiene impacto en el sistema de salud, en la agricultura, en el ambiente. Comer bien no es solo un beneficio para uno mismo es una forma de contribuir a un mundo más justo y sostenible.
En un país como México, donde las enfermedades crónicas derivadas de la mala alimentación —como la diabetes tipo 2, la hipertensión y la obesidad— son una de las principales causas de muerte y discapacidad, hablar de nutrición no es hablar de moda: es hablar de futuro.
Y ese futuro se construye bocado a bocado.