Salud mental: aprender a estar contigo

Hay días en los que el mundo parece girar demasiado rápido. Todo exige atención, respuesta inmediata, productividad constante. En medio de ese ruido, a veces lo que más descuidamos es lo más cercano: nuestra mente. Cuidar la salud mental no es un lujo ni una moda. Es un acto cotidiano, profundo, vital. Es aprender a estar contigo mismo sin exigencias desmedidas, sin juicios ni máscaras. Es saber que no tienes que estar bien todo el tiempo, pero sí puedes construir espacios donde estar mejor.

 

¿Qué es salud mental?

A menudo confundimos salud mental con la ausencia de enfermedad mental. Pero la salud emocional va mucho más allá. Es la capacidad de sentirte conectado contigo, de reconocer tus emociones sin ahogarte en ellas, de pedir ayuda, de encontrar sentido incluso en medio de la incertidumbre. Es poder relacionarte con otros desde un lugar más genuino, más libre.

Salud mental no es estar siempre alegre. Es poder sostener la tristeza sin que te derrumbe. Es tolerar la ansiedad sin que paralice. Es saber cuándo descansar, cuándo hablar, cuándo pedir un abrazo o un silencio.

Vivimos en tiempos ansiosos

Nunca habíamos tenido tanta información y, paradójicamente, nunca habíamos estado tan abrumados. Las redes sociales, las noticias 24/7, la comparación constante con otros, la presión por “estar bien” … todo eso desgasta. Muchas personas viven en un estado de alerta permanente, como si algo terrible estuviera por pasar en cualquier momento. A eso lo llamamos ansiedad crónica. Y no siempre se manifiesta con ataques de pánico. A veces se nota en el insomnio, en la irritabilidad, en el cuerpo contracturado, en el agotamiento emocional.

Reconocer que esto también es salud mental es el primer paso para atenderlo. La mente también se fatiga, se enferma, se satura. Pero también puede sanar.

Autocuidado no es egoísmo

Uno de los mayores desafíos es romper la idea de que cuidarse a uno mismo es egoísta. Nada más alejado de la verdad. Cuidarte te permite estar mejor con los demás. Solo desde el bienestar se puede acompañar con autenticidad, con paciencia, con escucha real. El autocuidado no es un día de spa. Es aprender a decir que no sin culpa. Es apagar el teléfono cuando lo necesitas. Es darte permiso para llorar, para descansar, para no tener respuestas todo el tiempo.

Hay actos de autocuidado que salvan: pedir ayuda profesional, poner límites a una relación tóxica, reconocer una tristeza profunda, hablar de lo que te duele. No es debilidad. Es valentía.

Herramientas que ayudan

No existe una receta única, pero sí hay prácticas que pueden marcar la diferencia. Aquí algunas:

  • Respiración consciente: Tomarte 5 minutos para respirar profundo puede ayudar a bajar la ansiedad.
  • Movimiento corporal: Caminar, estirarte, bailar. El cuerpo también guarda emociones, y moverse las libera.
  • Escritura terapéutica: Escribir lo que sientes, sin filtro, te permite observarte con más compasión.
  • Dormir bien: El sueño repara no solo el cuerpo, también el ánimo.
  • Tiempo sin pantallas: La mente necesita silencio digital para no sobrecargarse.
  • Terapia psicológica: Hablar con un profesional es una forma efectiva y segura de entenderte mejor.

También ayuda cuidar lo que consumes emocionalmente: noticias, redes, conversaciones, rutinas. Lo que entra a tu mente te construye o te rompe. Puedes elegir filtrar con más conciencia.

No estás solo

Una de las trampas más dolorosas de la mala salud mental es hacernos creer que estamos solos, que nadie entenderá lo que sentimos, que es mejor callar. Pero la verdad es que muchísimas personas están lidiando con lo mismo. La tristeza, el miedo, el cansancio mental no son fallas personales. Son señales. Piden atención, no juicio. Piden compañía, no aislamiento.

Hablar de salud mental es hablar de humanidad. De lo que nos toca a todos, aunque no se vea.

Estar contigo también es salud

Estar bien mentalmente no significa que todo en tu vida esté en orden. Significa que, aún con el caos, puedes encontrar lugares de calma interna. Y que, si no los encuentras solo, puedes buscarlos acompañado. Aprender a estar contigo, con lo que sientes, con lo que eres, es quizás el viaje más difícil… pero también el más liberador.

Tu mente no es tu enemiga. Es tu hogar. Y cuidarla es una forma profunda de dignidad.

 

Por: Psicóloga Alejandra Pérez Macías

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