Peso saludable: equilibrio, no perfección

El tema del peso ha estado históricamente cargado de juicios, estigmas y metas estéticas impuestas. Durante décadas, se nos ha enseñado que pesar menos es sinónimo de valor, belleza o éxito, lo que ha generado una relación disfuncional con el cuerpo y con la comida. Pero cuando hablamos de peso desde la salud —no desde la presión social ni desde la vergüenza—, lo que está en juego es mucho más importante: el equilibrio metabólico, la prevención de enfermedades y el bienestar cotidiano.

 

Tener un peso saludable no significa encajar en una talla. Significa tener un cuerpo que funcione bien, que se sienta con energía, y que no esté bajo un estrés metabólico constante.

El peso no lo dice todo, pero sí dice algo

El peso corporal, por sí solo, no es una medida absoluta de salud. Una persona puede tener un índice de masa corporal (IMC) dentro de rangos normales y aun así tener una mala alimentación, hipertensión, inflamación crónica o resistencia a la insulina. Del mismo modo, alguien con sobrepeso leve puede tener buenos marcadores clínicos y una excelente capacidad funcional.

Sin embargo, cuando el exceso de grasa corporal —especialmente la grasa visceral, la que se acumula alrededor de órganos internos— se mantiene a lo largo del tiempo, sí se asocia con un mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas: diabetes tipo 2, hipertensión arterial, dislipidemias, enfermedad cardiovascular e incluso algunos tipos de cáncer.

Por eso, hablar de peso saludable no es una cuestión estética. Es una herramienta de prevención. Es parte de cuidar el cuerpo como un sistema complejo que requiere balance, no castigo.

¿Qué es un peso saludable?

Un peso saludable es aquel que:

  • Se mantiene estable sin esfuerzo excesivo ni conductas dañinas.
  • Permite movilidad, descanso y energía adecuada.
  • Está asociado a marcadores clínicos normales: niveles de glucosa, colesterol, presión arterial, triglicéridos, circunferencia abdominal.
  • Respeta la constitución corporal y el contexto de cada persona.

No se trata de llegar al “peso ideal” que dicta una tabla genérica, sino de encontrar tu punto de equilibrio fisiológico y emocional. Y eso solo se logra con hábitos sostenibles, no con soluciones rápidas ni dietas extremas.

Metabolismo: ese motor silencioso

El metabolismo es el conjunto de procesos que tu cuerpo realiza para transformar lo que comes en energía. Cuando este sistema funciona bien, puedes mantener tu peso y tu salud con relativa facilidad. Pero cuando se desregula —por exceso de comida ultraprocesada, sedentarismo, estrés crónico, sueño deficiente o alteraciones hormonales—, comienzan los problemas: fatiga, acumulación de grasa, ansiedad por comer, resistencia a la insulina.

El llamado “síndrome metabólico” es una de las principales causas de enfermedad crónica en México y en el mundo. Se caracteriza por la combinación de factores como obesidad abdominal, hipertensión, triglicéridos altos, colesterol HDL bajo y glucosa elevada. Y aunque muchas veces no da síntomas evidentes, está silenciosamente afectando órganos clave.

Cuidar el metabolismo es, en esencia, prevenir la enfermedad antes de que dé la cara.

Cómo recuperar el equilibrio

  1. Haz las paces con tu cuerpo. El primer paso no es dejar de comer, sino dejar de pelearte contigo. El castigo no genera salud. El respeto, sí.
  2. Alimenta tu metabolismo, no tus antojos momentáneos. Opta por comida real, fresca, rica en fibra, proteínas y grasas saludables. Evita azúcares ocultos y productos ultraprocesados.
  3. Muévete todos los días. El ejercicio regular —no solo para “quemar calorías”, sino para activar el cuerpo— mejora la sensibilidad a la insulina, la circulación y la quema de grasa visceral.
  4. Duerme al menos 7 horas cada noche. Dormir poco desregula las hormonas del apetito y favorece el aumento de peso.
  5. Respira y suelta el estrés. El cortisol elevado de manera crónica favorece el almacenamiento de grasa abdominal. Respirar, meditar, caminar al aire libre también es parte del tratamiento.
  6. Consulta, no improvises. Un médico o nutriólogo puede ayudarte a entender tu perfil metabólico real y diseñar una estrategia adaptada a ti. La salud es personal.

Reflexionemos: más salud, menos culpa

Tu cuerpo no necesita que lo castigues por cómo se ve. Necesita que lo escuches por cómo se siente. El peso saludable no se logra con presión, sino con conciencia. Con decisiones pequeñas, sostenidas y llenas de sentido. Porque al final, no se trata de alcanzar un número, sino de sostener una vida más larga, más ligera y más plena.

Cuidar tu metabolismo es cuidarte desde dentro. Y eso vale más que cualquier talla. ¡Aquí AI Salud!

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